El pasado fin de semana vi la India más cruel y clasista. Estaba comiendo en un chiringuito y se acerco una señora para intentar vendernos collares, pulseras y este tipo de cosas. En la playa está lleno de gente que intentan vender y ganarse la vida como pueden, necesitan comer y eso quiere decir que si la venta es mala, no hay comida ese día. Sara y la señora empezaron a hablar. Mientras ellas mantenían esta conversación, un niño que diría que era el hijo del dueño del bar, se acerco a ellas. Empezó a gritar MONKEY, MONKEY, MONKEY varias veces y a la vez señalando a la señora. El niño se fue corriendo hacia adentro. Me quede tan impactado que me calle. La señora nos dijo que era normal, no era la primera vez que alguien le llamaba así. Seguidamente, antes de irse, nos sonrió pero se podía ver perfectamente tristeza en su cara. Una vez la señora se fue, empezamos a comentar lo sucedido. Yo estaba enfadado y me sentía muy mal por la señora. Así que empecé a observar al niño hasta que se abrazo a alguien. Me dirigí a ella, y le pregunté si era su hijo. Ella me dijo que sí. No me acuerdo muy bien lo que le dije, me salió todo del corazón, estuve hablando dos minutos sin parar! Le dije algo así: tu hijo le acaba de llamar monkey, monkey, monkey a una señora de la playa. Y lo que es peor, señalándola y riéndose en su cara. ¿Sabes qué? Yo os podría llamar así también. Probablemente tengo muchísimo mas dinero que tu, pero yo no lo hago. No lo hago porque no creo que el dinero tenga que ser la razón de tratar a las personas como animales. La culpa no es solo del niño, sino de vosotros. De educarlo tan mal. Me dais pena, sois patéticos. ¿De dónde te piensas que ha aprendido lo del monkey? En su patética casa. La educación y los valores son más importantes que el dinero. Yo te podría llamar pobre y negra, y no lo hago. Deberías educar a tu hijo, haber si tiene solución, porque créeme, tú ya no la tienes. Me dais pena, sois la vergüenza de toda la India. En todos los meses que llevo aquí no me había encontrado nada igual. Y ahora vete con tu hijo donde sea, pero no os quiero ver, sino me iré yo, y sin pagar.
Me sentí tan desahogado, me salió de dentro, letra por letra. Ella, me pidió perdón, sentía vergüenza porque había mucha gente mirando, pero le dije que si estaba sintiendo vergüenza, ni se acercaba con la que su hijo había hecho pasar a la señora. Y no es a mi quien había de pedir perdón, es a la señora.
Cogió al hijo, le pego una buena leche y se fueron.
Ese día me dio tanto asco ver eso, me sentí tan mal. Vi a la gente más clasista y penosa de toda mi estancia aquí. Y el problema es que el niño lo seguirá diciendo, y la familia les seguirá nombrando así. Me da pena que exista gente tan racista.