Como conté ayer, las ganas de ser partícipe de una experiencia así eran enormes. Así que me puse en marcha para encontrar un proyecto y sitio que valiesen la pena. En todas las ONGS que encontré no les interesaba alguien sin experiencia ni con mi edad para poder trabajar. Me empecé a desesperar porque pensaba que era fácil, más que nada, creo que con ganas e ilusión es suficiente. Finalmente, como no, mi madre la encontró! Así que aquí me encuentro, trabajando con IDEX, una organización de la India. Sinceramente me daba absolutamente igual donde iba a trabajar, yo solo quería ayudar. Así que a finales de agosto mi destino se citaba en la India, exactamente en el Himalaya. Y aquí estoy.
Los primeros días en India fueron muy emocionantes ya que me encontraba en un país precioso y muy especial. Completamente solo, con una cultura completamente distinta y sobre todo una forma de vida que no tiene nada que ver con la de Barcelona. Llegué a Nueva Delhi donde pase mi primera noche y conocí a los que más tarde fueron mis compañeros aquí en el Himalaya. Una vez llegaron los que faltaban, fuimos a Jaipur, donde se encuentra la sede principal de IDEX. Allí pase tres días más. Durante las mañanas teníamos charlas sobre la cultura de la india, la situación de la mujer, la religión, también nos enseñaron algunas palabras en Hindi… Por las noches nos agrupábamos en familias de Jaipur, con el objetivo de integrarnos perfectamente con las costumbres de aquí y con la forma de vida. Fueron magníficos esos primeros días, pero yo no podía esperar más, necesitaba llegar de una vez al Himalaya. Pero como todos sabemos, lo bueno se hace esperar, así que antes de empezar mi ayuda humanitaria, nos fuimos a Agra a visitar el famosísimo y decepcionante, en mi opinión, Taj Mahal. Supongo que tenía demasiadas expectativas en el.
Por fin llegó el día! Nos íbamos a Nueva Delhi, por cierto, siete horas más en coche para coger el tren que trasnochando en el, llevaba como destino el Himalaya. Y así fue, después de pasar una experiencia inolvidable en el tren que nunca olvidare en mi vida por razones como el olor, la limpieza, el polvo… llegamos al Himalaya y cogimos otro coche, y hacia el campamento. Después de cinco horas, solo tenía lagrimas en mis ojos, lagrimas de felicidad! Si, al final llegué! Después de tantos años, tantas ganas puestas en esto y tanto esfuerzo… Por primera vez vi que mi sueño se estaba cumpliendo.
Llegué a mi nueva casa, emocionado y feliz, empecé a cotillear cada rincón de lo que sería mi casa durante estos meses. Sin ducha, durmiendo con más gente, lleno de insectos, todo lo que en Barcelona sería horrible, aquí es un lujo. Un lujo porque tengo ventanas con cristal, tengo luz que a pesar de que suele irse muchas veces, funciona de lujo. Y lo más importante, comida y agua! El primer día fue para descansar y sirvió para conocer a la gente que ya estaba aquí, y a los trabajadores que los admiro cada día más. Me recuerdan a mi padre, el hombre más trabajador del mundo que conozco.
Y por fin llegó el día, el día en que nos llevaron a visitar todos los proyectos en los que más tarde íbamos a trabajar. Después de eso, lo tuve clarísimo! Sin duda alguna quería trabajar en el MCS, que es la escuela de los niños con problemas mentales, y por las tardes en el orfanato.
Mañana os contare más, os presentaré a mis alumnos, y empezare a escribir sobre todos los sentimientos y anécdotas de mi estancia aquí.
Aunque creas que no puedes, puedes.
ओस क़ुइएरो!
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