jueves, 23 de septiembre de 2010

Capítulo II: Mas que unas simples escaleras





Ayer dije que hoy escribiría un poco más sobre mis primeros días, pero no puedo esperar, necesito contar algo que es tan difícil de describir que hare todo lo posible para poder expresar lo que siento al respecto. Mañana seguiré explicando mis primeros días.
No sé por dónde empezar. Ya llevo casi un mes trabajando en la escuela con los niños con problemas mentales, y sinceramente es una pasada. Es muy duro y cansa muchísimo pero como ya dije, su sonrisa y su mirada es el premio de todo este esfuerzo diario. Suena mucho a tópico, pero me sorprende cada día más la felicidad de esta gente. No tienen nada, absolutamente nada! La mayoría de ellos además vienen de familias muy pobres, con deciros que cobran unos diez euros al mes y ni eso os podéis hacer una idea. Y encima tienen unos problemas que para hablar en plata, son una putada.
Uno de los treinta y pico niños que cuido se llama Ashish, no voy mentir, es mi favorito. Ashish tiene una discapacidad de medio cuerpo, eso quiere decir que toda la parte derecha de su cuerpo es decir manos, piernas, medio cerebro... no lo sabe controlar. A la vez tiene una edad mental de entre tres a cuatro años. Con lo que es casi imposible enseñarle muchas de las cosas principales que serian perfectas que supiese. Bueno pues un día bajando desde el tercer piso, vi como uno de los profesores le cogía en brazos en cambio de enseñarle como bajar solo por las escaleras, si os soy sincero eso me impactó. Me impactó porque si algo has de tener con estos niños es paciencia, por lo tanto no entendí porque no le enseñaba a bajar las escaleras. Así que decidí cogerlo y me espere a que todos bajasen para que tranquilamente bajásemos los dos. Él entre sonrisas, como siempre, no entendía nada. Le hice bajar las escaleras él solo. Me di cuenta que era algo tan difícil que casi iba a tirar la toalla, pero no lo hice. Estuvimos unos veinte minutos en bajar un piso y medio, se caía casi todo el rato, y no controlaba nada. Me fui al campamento con mala espina. Sabía que eso no podía acabar así, no podía dejar que su discapacidad fuera la escusa de la incapacidad de bajar las escaleras. Sabía que podía bajarlas, lo sabía, había algo que me decía que no sería fácil, pero que a pesar de todo, lo podía hacer. Cada día que podía lo cogía y le ayudaba a bajar las escaleras. Cada escalón que bajaba era una lágrima de felicidad. Realmente no sé como describirlo, solo sé que Ashish lo iba a conseguir. De no saber bajar más de un escalón a bajar tres y cuatro seguidos, eso no tiene precio. Fueron pasando los días, los intentos, los escalones, las horas dedicadas en ellos y sobre todo las ganas que yo tenía para que aprendiese a bajar esas escaleras. A veces los comentarios como: no lo conseguirás, o es imposible, me echaban para atrás, pero con solo leer mi frase ´´aunque creas que no puedes, puedes`` ya os podéis imaginar lo que hice. Seguí adelante. Si había sido capaz de bajar tres escalones seguidos, porque no los tres pisos. Desde el primer día, Ashish ha pasado a ser la razón principal por la que sigo aquí. Es increíble lo que voy a decir, pero en menos de un mes siento que este niño me ha dado la felicidad más grande de toda mi vida. No sé cómo se siente un padre cuando enseña a sus hijos cosas, y ver que a pesar de lo difícil que es, lo aprende. Creo que para mi Ashish es como un hijo o un hermano pequeño con unos problemas que no quiero que sean la razón del apartamiento social. Cada segundo que estoy aquí pienso en él. La felicidad y el amor que me da son increíbles. Es imposible no emocionarse con él. Ashish tiene una sonrisa que a cualquiera le quitaría las penas y sobre todo te da fuerza para seguir viviendo, y te ayuda a ver que la vida es maravillosa y que hay que vivirla al máximo, me recuerda mucho a una amiga llamada Berta.
Han ido pasando los días y cada día bajaba un poco más. Veía la felicidad en su cara. Como se debía sentir cuando veía que podía hacerlo solo sin ningún tipo de ayuda, es imposible de imaginar. Tras casi todo un mes de lucha y esfuerzo, llegó el día. Llegó el día en que las sonrisas y las lágrimas se apoderaron de mí. No me lo podía creer. LO HIZO! Sabía que podía. Esos minutos formarán parte de mi toda mi vida. Pensareis que bajar unas escaleras no es tanto, creedme, lo es. Desde entonces baja las escaleras sin ningún tipo de ayuda, si es verdad que estamos delante por si se cae, pero solo deseo que llegue el día en que pueda bajar las escaleras sin nadie delante de él. Lloro escribiendo esto, leyéndolo y contándolo. Y lo que más me emociona es saber que yo solo he puesto esa ayuda, esa semilla, y que él lo ha conseguido. Sinceramente habéis de vivir esto para comprenderme, no me puedo expresar mejor. Deseo que llegue ese día en que nadie tenga que ver a Ashish bajar las escaleras, estoy seguro que ese día llegará. Solo puedo darle las gracias por hacerme tan feliz y si dándole un poco de mi tiempo él lo es más…
Hoy más que nunca, aunque creas que no puedes, puedes.
Supe que lo haría y lo hizo. Estoy seguro que con estos niños he aprendido, estoy aprendiendo y aprenderé más que en toda mi vida. Esto es un sueño.



2 comentarios:

  1. Realment admiro el que estàs fent...
    precisament tu no has sigut un noi de molta paciència, però veig que quan la has de tenir, la tens.
    Tinc moltes ganes de veure't jots.
    Estic molt contenta de saber que ets tan feliç.

    t'estimo.

    LAU.

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  2. Ojalà un dia pugui venir amb tu.

    JL

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